miércoles, 31 de enero de 2024

SOMBRAS

 Sombras como losas,

como imágenes borrosas,

como estas nubes

que no parecen querer irse de aquí.

De nuevo el baño a puerta cerrada,

como un santuario para el llanto y el vómito.

Demasiado frágil,

me dice,

y esa palabra se me cuela entra las costillas

como una lanza certera.

Demasiado frágil para la vida,

para las palabras,

para los recuerdos.

Sombras que no abandonan nunca mi cabeza,

parecen haberse quedado a vivir,

construir un hogar en la penumbra

donde ni siquiera el amor,

inconmensurable,

puede penetrar.

jueves, 2 de marzo de 2023

COSAS QUE ME DAN MIEDO

 Me da miedo acostumbrarme de nuevo a ser feliz, 

a estar tranquila, 

a tener otro olor a mi lado, 

a necesitar otro olor. 

Me da miedo decirte lo mucho que disfruté ayer con tu compañía 

y que me respondas. 

Prefiero el silencio. 

El silencio me asegura que no es ése el camino, 

que mi soledad tiene más lógica 

de la que yo misma entiendo. 

Que la esperanza sigue siendo como la lotería, 

nunca compro.

Me da miedo que me obligues a recordar. 

Que me hagas pensar en los que se fueron 

y ahora tienen otras vidas que sí funcionan. 

Me da miedo que la mía pueda funcionar a tu lado. 

Me da miedo volver a hacer planes, 

programar cualquier cita, 

comprar un vino sin abrirlo al momento, 

como esperando a que vengas sin saber si eso va a ocurrir.

Me da miedo despertar una mañana 

y darme cuenta de que no me valgo, 

que no me basto, 

que mido menos que ayer y nunca será más que mañana. 

Me da miedo necesitarte para ver el mundo, 

me da miedo no verlo nunca. 

Me da miedo darle excesiva importancia a la comida, 

a los objetos, 

a la imagen, 

a tí.

Quizás por eso cuando me levanto 

pongo en seguida música, 

alta, potente, 

para que truene lo vivo por encima de todo ese terror, 

para poder darle la espalda 

y sentir que puedo con todo por unas horas. 

Teclear tu número antes de que se pase el efecto.

sábado, 25 de febrero de 2023

NO CESA LA TORMENTA

Quizás sólo nos movamos a través del miedo durante toda la vida, quizás ese sea nuestro motor. Por miedo a necesitar una caricia y no tenerla cerca nos aferramos a personas que nos hacen daño. Por miedo a no sentirnos útiles nos quedamos en trabajos que nos mortifican. Por miedo a hacer daño a los demás le damos mil vueltas a nuestros pensamientos y sentimientos antes de expresarlos. Por miedo a enfermar comemos y bebemos antes de sentir la necesidad de ello. Por miedo a no cumplir con los valores correctos buscamos consuelo en colectivos religiosos. Por miedo a vernos sin nada ayudamos al que nada tiene. Adquiere entonces el miedo una connotación negativa o positiva en según qué casos. Sin embargo, la mayoría de las veces éste tan sólo nos convierte en un envoltorio de carne sin más esperanza que la de temblar ante la vida, marionetas febriles devoradas cada anochecer por nuestras propias sábanas. Y con estos harapos nos arrojamos al arte, en un intento por sobrevivir al terror. Pero el consuelo de la expresión artística no es sino un reflejo de nuestra sombra.

Quizás la primavera que cantaban los romances se extinguió por nuestra mano hace siglos, quizás en nuestro paso infecundo sepultamos tan hondo las semillas que jamás volvieron a ver la luz. Quizás tomamos sin saberlo la decisión consciente del drama y la guadaña y con el tiempo nuestros ojos evolucionaron hacia este alumbramiento. Quizás nos perdimos en la infinita negrura del espacio y todo cuanto podemos hacer es temer el último frío y la última noche de los tiempos. 

viernes, 3 de febrero de 2023

EL BÁRBARO

 Él vive en una oscuridad que yo ya conozco,

que habité por muchos años,

vieja amiga a la que visito de vez en cuando.

Me meto su sexo dentro

y vuelvo a abrir la puerta,

no de mi abismo esta vez,

sino del suyo.

Le observo desde fuera y desde dentro,

desde todas las alturas,

observo el mar de sus ojos,

aguas turquesas, lejanas,

repletas de una vida que jamás he visto antes

salvo en documentales.

Él elige la negrura,

meticulosamente,

ordenando sus bártulos al tacto.

Es una maravilla volver a casa,

de vez en cuando,

visitas fugaces para no sentir morriña.

Yo elegí el calor,

el trigo y la llama,

la quietud y el sonido del viento,

pero me lanzo a navegar por su pecho

y por su espalda,

escuchando el golpeteo de las copas,

y me río como una niña que juega con las olas.

Porque me sé el camino de vuelta.

Porque sé dónde está mi luz.

martes, 24 de enero de 2023

TENEMOS, SOMOS LA OBRA Y LA NADA

 Llevo unos meses alicaída, esa es la verdad. Sonrío y me hago la fuerte y nunca cuento nada triste o feo a nadie, esa es una de mis heridas, la necesidad de no molestar a los demás. Creo que es algo de lo que pocas hablamos en voz alta pero muchas vivimos. Nos arrojamos a la soledad y al retiro de manera voluntaria y pasamos allí demasiado tiempo, sumergidas en la penumbra, dejando que nuestros músculos se atrofien, entonces pasa el tiempo y nos lamentamos porque nos duele movernos, o porque ni siquiera sabemos ya como hacerlo. Los días en los que nos arreglábamos o nos desnudábamos y nos veíamos sexy, los días de maquillaje o de piel fresca, los días de autocuidado y sonrisa por que sí, esos parecen no haber existido nunca. Se nos olvida que somos lo que escribimos, lo que nombramos, lo que usamos como descripción para nosotras mismas y para el mundo que nos rodea. Nos olvidamos de nuestro poder. ¿Cuántas veces os ha pasado que andabais dándole vueltas a algo en la cabeza y ha ocurrido? Cuántas veces habéis caminado perdiendo en vuestro paso la vergüenza del tropiezo y habéis llegado al sitio deseado sin daros cuenta? Y por muchas veces que nos ocurra, por muchas que la experiencia nos muestre la autenticidad de nuestros quereres, arrojamos al hastío todo nuestro equipo. 

Llevo unos meses alicaída, también sufro de memoria selectiva, en mi cabeza el hueco reservado para amarme es demasiado pequeño. Es por eso que, a menudo, recurro a la poesía, una de mis herramientas para recordar. Y os aseguro que hasta el día de hoy nunca me ha fallado, siempre hay unos versos que me traen de vuelta, que me nombran a mí y que nombran a la luz que me impongo como condena, y entonces repito mi nombre en voz alta tres, cuatro, cinco veces y mis músculos se desentumecen de nuevo. Hoy le ha tocado a Bukowski echarme un cable, somos ya viejos conocidos. Como dice Buko, todo continúa tal cual lo escribimos.


Carson McCulers (Charles Bukowski)

murió alcoholizada

envuelta en una manta

en una hamaca

en la cubierta de un barco

de vapor de ultramar.


Todos sus libros

sobre el terror de la soledad

todos sus libros 

sobre la crueldad 

del amante sin amor

fueron cuanto quedó de ella.


Cuando un turista que paseaba

vio el cadáver

se lo notificó al capitán

y la trasladaron en seguida

a otro lugar

del barco.


Y todo continuó 

tal y como ella

lo había escrito.

___________________________________________

She died of alcoholism

wrapped in the blanket

of a deck chair

on an overseas

steamer.


All her books of

terrified loneliness

all her books about

the cruelty

of the loveless lover

were all that were left

of her.


As the strolling vacationer

discovered her body

notified the captain

and she was dispatched

somewhere else

upon the ship.


As everything else

continued

as

she had written it.

jueves, 26 de noviembre de 2020

NO HAY NADA PEOR QUE LA FELICIDAD

-No hay nada peor que la felicidad

Expresó el hombre de manera rotunda. Al ver mi mirada confusa se animó a continuar, comenzando un extenso alegato acerca de la falta de motivación. Tan sólo pasaba de camino a casa, cargada con dos bolsas de la compra demasiado pesadas, observando como el sol iba ascendiendo rapidamente en un cielo totalmente despejado, sin tregua. Aquel parque quedaba justo en mitad del camino a casa y pensé que sería buena idea atravesarlo, buscar refugio bajo sus árboles y descansar un poco en alguno de sus bancos. Sin embargo, como pude comprobar mientras continuaba mi marcha, todos estaban ocupados, uno con una pareja anciana disfrutando del intenso calor del mediodía, otro con una madre de mirada exhausta y su bebé disfrutando de un sueño reparador en su carrito. El tercer y último banco estaba ocupado por este curioso individuo, sepultado bajo una vieja manta pese a la temperatura, a través de la cual asomaban tan sólo un par de zapatos gastados y una cabeza de pelo erizado y cano. 
Comenzó a hablar inmediatamente me hube instalado a su lado, como si continuara una conversación detenida en el tiempo, casi una disertación magistral que tenía programada para ese día, a esa hora, en ese lugar, conmigo como única alumna. Así pues le dejé hablar con total libertad, escuchando atentamente cada palabra que salía de sus labios. Sin reparar en ello comencé a asentir con la cabeza, con una sensación tranquila en el pecho, relajando todos mis músculos. Me sentía como cuando uno tiene una palabra en la punta de la lengua y teme perderla porque sabe que ese y no otro es el término que lo definirá todo a la perfección 
Cuando hubo acabado su exposición aquél personaje alzó su rostro hacia la luz, cerró los ojos mostrando una sonrisa placentera y guardó silencio, satisfecho de su recital. No me molesté en responder, en cualquier caso tampoco tenía nada más que aportar. Me levanté del banco y regresé a casa directa, renunciando a cualquier otro plan que no fuera pensar con calma en lo sucedido y desmigar aquella revelación matutina.

¿Saben? Mi problema es que nunca he tenido valor para ser feliz. Recreaba una y otra vez en mi cabeza el cuento de la lechera, aquella niñita que imaginaba qué iba a hacer con el dinero que consiguiera al vender sus frascos antes de que estos abandonaran sus manos. Yo pensaba en dedicarme a escribir, antes incluso de abrir la libreta ya declaraba que comenzaría la gran epopeya humana. Me veía viviendo en mi casita de campo, lejos del ruido, publicando betsellers, siendo portada en los escaparates de todas las librerías. Pero en cuanto me sentaba frente a las hojas en blanco no conseguía hilar ni una sola frase coherente. Perdía totalmente la motivación pues en el fondo sabía que todos esos sueños eran demasiado bonitos para hacerse reales. Esto mismo lo extrapolaba a todos los aspectos de mi vida, relaciones, trabajos...era infinitamente más sencillo controlar la banalidad o sumergirme en el drama que colocar mis pies en una posición de equilibrio que me permitiera buscar soluciones óptimas a los problemas.  Me repetía a mí misma el gran aprendizaje que conseguía caminando por el lado de la carretera viendo pasar amantes, amigos, hermanos, delante mía, observando como se alejaban tras sus metas mientras yo me aferraba con uñas y dientes al arcén de la vida.

Cuando me encontré con aquél hombre en el banco, si él me lo hubiera preguntado, le habría dicho que era feliz, una alegría difusa, sin contornos claros, pero feliz al fin y al cabo. Creo que los momentos alegres son como escuchar la lluvia o el sonido del viento entre las hojas. Es una experiencia pacífica, placentera, que nos devuelve a lo sencillo pero si intentas recordar de qué manera llegó dicha felicidad no puedes precisar el momento exacto. Así me encontraba yo en aquél entonces, tenía muchos momentos. También tenía serios problemas de alimentación, un nivel de estrés que aumentaba considerablemente y pasaba días y días sin cuidar de mí lo más mínimo. 

No sé por qué aquél personaje decidió compartir su sabiduría conmigo pero al darle vueltas a su discurso no me quedó más remedio que admitir que yo era una persona feliz. Y ahí estaba, muerta de miedo, sin saber muy bien qué hacer  porque de repente tenía un plazo de entrega sobrepasado aprentándome el corazón.

"No hay nada peor que la felicidad", sigo escuchando su voz en mi cabeza. Creo que voy a pasar algunos años más dándole vueltas a esa frase. Probablemente seguiré otros cuantos intentando zafarme de la responsabilidad que cargo ahora mismo. No voy a prometerme nada.
Tan sólo pasaré por aquí de vez en cuando, informándoles del progreso.

SOMBRAS

 Sombras como losas, como imágenes borrosas, como estas nubes que no parecen querer irse de aquí. De nuevo el baño a puerta cerrada, como un...