Sombras como losas,
como imágenes borrosas,
como estas nubes
que no parecen querer irse de aquí.
De nuevo el baño a puerta cerrada,
como un santuario para el llanto y el vómito.
Demasiado frágil,
me dice,
y esa palabra se me cuela entra las costillas
como una lanza certera.
Demasiado frágil para la vida,
para las palabras,
para los recuerdos.
Sombras que no abandonan nunca mi cabeza,
parecen haberse quedado a vivir,
construir un hogar en la penumbra
donde ni siquiera el amor,
inconmensurable,
puede penetrar.